la abundancia en 30 cortes. el espectáculo continúa.

Perdonen, pero hay veces que me descoloco así que me desahogo y luego intentaré centrar algo: ¿Dónde está esa abundancia? ¿De qué abundancia hablamos? ¿Quién la tiene? ¿Hablamos de bienes? ¿Para quién es accesible? ¿Qué tipos de rentas genera? ¿Dónde queda el asunto de las asimetrías? ¿Y esa brecha digital que parece no existir? ¿Qué necesidades cubre esta abundancia? ¿Cómo se acerca a los excluidos? ¿Habrá monopolios de lo abundante? ¿Es de verdad la globalización algo de todos? ¿En serio creen que la base tecnológica es lo que va a llevarnos al paraíso de la abundancia? ¿Y la huella de esa industria tecnológica necesaria? ¿Los alimentos también cuentan como abundantes? ¿O sólo se trata de una abundancia privilegiada? ¿Quién puede de verdad acceder a esos excedentes? ¿Otro discurso de clase? ¿Y si la abundancia de la que se habla fuera una tara, un defecto estructural? Ah, no, que solo es abundante el conocimiento. O no, es que me hago lío. Porque también hay abundancia en coches, plazas de garaje, habitaciones para alquilar, sillas, bicicletas, ropa, cacharrerío, lavadoras… vamos la abundancia de quien posee. Pero no, qué tontería para eso está la partícula mágica: “co”. La combinación perfecta, abundancia y colaboración. ¿cómo no habíamos llegado a eso antes? Todo un ejercicio estético, me da la impresión.

  1. Sin ánimo de ser un aguafiestas, díganme por favor, quién va a disfrutar ese paraíso de la abundancia cuando cada vez es más evidente la desigualdad, la precariedad y la explotación. Y más extendida, y más asumida, y más reforzada, y más protegida… y díganle eso a quien limpia la mierda de los contenedores, díganle que sea positivo y piense en la maravilla del comunitarismo de la abundancia. Y díganle que gracias la la tecnología va a poder salir de ese pozo en el que está metido. Que la abundancia ha matado a las clases y que tendrá mucho tiempo para irse con su familia a ese apartamento en la playa (que otros amablemente ponen a sus disposición en un alarde de altruismo cooperativo) mientras disfruta de un trayecto compartido en el coche (que, una vez más es de otros, como siempre). Y que el trabajo ha dejado de considerarse el origen de la autonomía personal, que no sea antiguo, y que la nueva ética está basada en el conocimiento, y que existen muchos ámbitos de abundancia, y que nacen nuevas formas de trabajo colaborativo, y que las diferencias por origen, sexo o procedencia ya no cuentan, y que la comunidad está por encima del capital, y que tiene que poliespecializarse para generar abundancia, y que ya no hay fractura entre el tiempo del vida y el del trabajo sino que lo que cuenta es la ética hacker, y que la comunidad de la abundancia le va a proveer de todas sus necesidades reales y que hay que reconquistar el trabajo. Y, cómo no, que la economía directa le va a permitir invertir en esos productos con los que tanto sueña, y que cuando se meta en un grupo maker se podrá fabricar sus propias tijeras de podar, y que si no avanza es porque ni se recicla ni se adapta, y que tiene que se nómada para aportar valor, y que el código fuente es la salvación, y que gracias a la tecnología van a desaparecer los intermediarios… Y que no se preocupe, que eso de que el origen de los padres condiciona el destino de los hijos pues ya no es así. Ah, que no es eso ¿verdad?, me estoy confundiendo…
  2. Como diría Morin, lo medieval está climatizado. El caso es que no puedo ver la abundancia desde otra perspectiva que no sea anticapitalista. Y ese no parece ser el camino aunque se limpie. Tampoco resulta muy alternativo ni peligroso el asunto cuando se unen con gusto al discurso los grandes mastodontes del capital. Si con abundancia quieren decir que hay para todos, antes habrá que desactivar el airbag del capitalismo. Si es así, de acuerdo, adelante. Pero no creo que vaya por ahí. Seguimos con privilegios de clase. Por eso no me interesa. Puede que el tan aclamado y anunciado postcapitalismo no sea tal, que sea un metacapitalismo apoyado por un perfecto tecnoliberalismo. No se habla mucho de la justicia distributiva… el capitalismo no desaparece, no sé quién quiere convencer de eso a quien, se transforma con nuevos elementos (Tiquun).
  3. A ver si resulta que todo este asunto de la abundancia y la colaboración es el discurso de una nueva progresía ciudadana que se recicla, que vuelve a una cierta sensibilidad y reinventa el compromiso estético. Que se replantea un modelo que le permita mantener unas ciertas posturas sin una renuncia excesiva. Un refugio en definitiva. Porque el discurso, es evidente, parte y se dirige a ese circulo social y cultural que todavía mantiene un bienestar económico suficiente. O sea, que puede que no sea sino un mecanismo para la reconstrucción de una clase que está perdiendo posiciones, esa famosa clase media. Algo que la proteja ante los vaivenes económicos que no van a cesar.
  4. Plantear la la abundancia desde los parámetros tecnológicos (el proceso distributivo) no hace sino refrendar el orden de un sistema que interfiere desde la misma tradición de clase y élite, de quien posee. Plantear la dualidad futura del integrado y el excluido no hace sino reforzar los contenidos de una ideología de la dominación y de la colonización de la vida (Guattari). Algo que, por supuesto, no ofrece alternativas para contrarrestar y neutralizar un orden estructural injusto y extractivo. Injusto por perpetuar las diferencias y extractivo por asegurar la explotación diferida.
  5. Quizá sea un producto más de esa crisis de la izquierda que no ha sabido/podido encauzar un proyecto verdaderamente propositivo. O lo que también es muy probable: el resultado de unas políticas socialdemócratas que ha construido los puentes más sólidos para que el capitalismo circule. La tecnología como una verdadera herramienta de gobierno. Y no estoy hablando del manido gobierno electrónico y todas esas fábulas de ciudades inteligentes y big-data…
  6. La gestión de la abundancia y ese corolario que denominan economía colaborativa no es sino la gestión de un desequilibrio que, lejos de atacar la raíz, lo que representa es un acto estético para una colectividad posmoderna. Esa que determina sus acciones en argumentos supuestamente revolucionarios. La que está en permanente ósmosis con las doctrinas capitalistas y lo hace desde esas corrientes tecnoliberales que ya he comentado. Lo cierto es que este metacapitalismo contemporáneo ha encontrado un cauce verdaderamente propicio. Se trata de neutralizar y normalizar de modo que la persona asuma de forma aparentemente por si misma lo que se prepara desde otras instancias (Althusser)
  7. En ocasiones me da la sensación de que la argumentación y la exaltación de estos procesos, de estas economías, de estos nuevos modelos, no es sino una especie de fetichismo, algo que sobrevive como resto de unas verdaderas nociones de comunidad, de comunitarismo. Una reacción de funcionalidad que coloca la teoría como objeto y la introduce en un modelo social desarraigado y con evidentes necesidades antropológicas de contacto. La necesidad de generar un imaginario irreal sobre el que apoyarse para explicarse la irracionalidad de una tendencia depredadora. No deja de ser, no obstante la necesidad de mantener una disciplina de producir y consumir, sea del modo que sea. Una necesidad política, en definitiva. Algo que “permite a la presencia en crisis continuar funcionando” (Mariblanca). La abundancia se convierte en materia prima y explotable.
  8. En realidad esa tendencia a magnificar las bondades de lo digital como soporte y canal de la abundancia supone una especie de inocencia. Toda colaboración promocionada (las apps lo canalizan todo) tiene un interés de explotación por parte de la propiedad. Un interés de rendimiento. Nada que objetar. El mundo del mercado capitalista es así. Lo que no acepto es que se venda como la quintaesencia de un nuevo comunitarismo. Y reclamo que se sea consciente, así mismo, haz lo que quieras pero se consciente. Consciente de que no estás participando en la generación de un modelo abierto de economía, consciente de que, aun pudiendo ser un nuevo modelo, de ninguna manera es eso que venden como superación del capitalismo.
  9. La nueva economía tampoco la estamos diseñando nosotros. Como en la vieja actuamos como cadena de transmisión, un mecanismo convencido y muy implicado en difundir sus maravillas. En realidad todo se ha convertido también en un gran nicho de negocio. Desde la explotación directa a la invasión de expertos. La gestión del “espectáculo de la abundancia” supone una nueva forma de reforzar las estructuras de la mercancía derivando la atención hacia una realidad que refuerza la clase desde un lenguaje de compromiso. Este mismo espectáculo (Debord) construye una realidad que, aún careciendo de autogestión y de cooperativismo real se cubre de apariencias suficientes para propagar una sensación de ruptura. El capitalismo tecnoliberal no es una cuestión de economía sino un refuerzo máximo de lo que Hardt y Negri ya nos señalaban como “el control de la vida”
  10. Igual hay que darle también alguna vuelta a eso de la huella, qué es lo que hace falta para que esa abundancia sea gestionada desde una aparente infinita y nada nociva Internet. Parece como si no hiciese falta nada más que la magia de la tecnología para que ese paraíso del código abierto tenga los resultados milagrosos que se le suponen y se desean. Dónde se almacena toda esa información, todo ese conocimiento, cuáles son los requisitos energéticos, la refrigeración continua de esos inmensos discos duros necesarios para el almacenaje, y los espacios físicos, construcciones y bunkers de seguridad… Sostenibilidad digital, sostenibilidad del big-data. “Mantener el ritmo incesante de producción y consumo de datos y asegurar su permanente accesibilidad representa ya el 2% del consumo energético global” (Subirós y De Vicente)
  11. No hay reciprocidad alguna si no es entre quienes poseen la abundancia aunque esto último parezca una paradoja. Abundante ha sido siempre lo que se ha deseado que sea para beneficio del sistema que estructura. Y este sistema esta perfeccionando su mecanismo para ser Total. Y el engranaje es el que se mantiene desde esas teorías positivas y buenistas que nos sumergen en una narcolepsia entretenida. Creo que todo forma parte de una idea demasiado indulgente y conciliadora con un sistema que ha demostrado una gran habilidad para su regeneración y una gran capacidad depredadora.
  12. Y ese teatro de la regeneración aparece en todos los momentos históricos en los que aparece una crisis estructural, moral o ética. El teatro de la regeneración es el teatro del progreso. Y en el teatro de la abundancia vamos a representar un mundo nuevo lleno de sueños y narraciones mitológicas. Vamos a disfrazar una realidad que no nos gusta. Pero justo eso, vamos a disfrazarla. Vamos a transmutar sin modificar, vamos a cambiar la estética. Como mucho, veo en todo esto un reflejo amable del espíritu conservador de una clase media con cierta sensibilidad.
  13. La abundancia se convierte, se ha convertido hace tiempo en un asunto cuantitativo vestido de ética. Ese es el enfoque que la sigue deteriorando, el que busca un modelo para alcanzar la circularidad infinita. El argumento que la encierra en el apartado de la mercancía sea vendible o no, sea distribuirle o no, juegue con las reglas del capital o no. Los límites son difusos y no se puede jugar a cumplir universales. Ese es el peligro, el error que conduce esta teoría de la abundancia a un espacio indeterminado y ambiguo (Korten). Una ambigüedad también estructural que no acaba con las asimetrías sino que puede incluso reforzarlas. No hay una verdadera zona de ruptura porque los dos razonamientos, la escasez y la abundancia, se rozan por los extremos aunque parezcan excluirse. La abundancia dentro de el sistema de mercado global tiende a volverse escasez en cuanto genera beneficio. No deja de ser una mezcla fruto de la incoherencia de un sistema que no tiene como referencia al ser humano sino a cualquiera de sus productos materiales, culturales, éticos, morales… La realidad sigue siendo multipolar
  14. Me da la impresión de todo se trata de un entretenimiento mientras se perfecciona y adapta el saqueo. Que, en realidad, no se está planteando un cambio ni de la sustancia ni de la esencia del modelo capitalista sino que más bien modifica ligeramente la escala. No es abundancia, gestión de la abundancia, sino un modelo muy bien estructurado y argumentado de la “explotación extensiva de la excedencia”. La gestión de una excedencia provocada. Tampoco me parece demasiado extraño todo este argumentario viniendo de un entorno en el que confluye el liberalismo con la socialdemocracia, un espacio muy cómodo para la proliferación de estas teorías. La abundancia no es más que un “capitalismo sobrecodificado” (Deleuze) o un “régimen de diferencias aparentes” (López-Petit)
  15. Se trata de lo que siempre ha sido: la mutación parasitaria del capitalismo. La abundancia comercializada es una explotación difusa de las rentas, fácilmente controlable y gobernable por los dueños de las herramientas y de muy difícil seguimiento por parte de los responsables de las haciendas públicas: el paraíso neoliberal. Otro logro de ese metacapitalismo que desea al Estado fuera de sus territorio. La élite media, esa clase media desaparecida, dicen que a causa de la crisis, va a tener otro modo de explotar lo que había conseguido. Va a mantener esa pulsión que necesita el capitalismo para reproducirse. Va a sustituir a la «mano de obra» porque ya no se necesita. Y mientras se adorna todo con esas profecías que no señalan un entorno laboral dividido entre los insertos en esas «clases creativas» supertecnologizadas y «preparadas’ y los excluidos. Los nuevos efectos disciplinarios que estos nueva economía revolucionaria ni siquiera considera. Al contrario, incluso insiste en esos viejos discursos del «tiempo libre». Una fantasía tramposa que esconde una ideología de sobreexplotación orgullosa.
  16. Compartir los recursos bajo este argumento no deja de ser sino la concentración absoluta de los mecanismos de gestión en una sola mano (los dueños de las app) para la explotación de unos recursos no propios, sin compromisos contractuales y sin necesidad de inversión. Esto aderezado con argumentos comunitaristas y salpicados de perlas ecologistas conforman una argumento muy fácil de vender. Es completamente absurdo pensar que los propósitos de esas “tecnologías colaborativas” no correspondan a intereses disciplinarios que utilizan a la perfección el despiste.
  17. Supone, pongamos los ejemplos de los vehículos y los alquileres para el turismo, la concentración del control y la máxima rentabilidad de los excedentes. Eso no es abundancia o es la abundancia del que tiene. O también una economía de baja intensidad, o también la mutación parasitaria del capitalismo. Seguro que molesto, pero esta novedad de la abundancia es un nuevo mantra extraordinario para crear y multiplicar esos mundos ficticios en los que el individuo moderno se siente a gusto, feliz de formar parte de una nueva revolución aséptica.
  18. La abundancia se convierte en una marca, cómo no, y aporta una buena capa de barniz, esa que necesitan los muebles viejos para poder recolocarlos en el centro de la sala. Pretender un espacio en el que ese mundo imaginario tome forma y se convierta en un lugar fantástico en el que escenificar las nuevas fantasías del capitalismo, del trabajo como un territorio mágico.
  19. No crean, la dimensión imaginaria de esta nueva tendencia es potente porque genera un entorno de salvación por comunión muy bien experimentado ya por otras doctrinas. El refugio-marca. Algo que escenifica a la perfección el mundo que se quiere, la generación de una realidad que toma al individuo como pulsión. Genera una auténtica señalética que nos indica el camino, que nos dice cómo tenemos que comportarnos para que los nuevos engranajes funciones, para mantener ese “nuevo” orden de las cosas. La abundancia se convierte en un nuevo dispositivo que determina las formas de vida (Deleuze) y que está perfectamente ligado con toda la trama del emprendimiento, de la cooperación, del coaching… que se articula bajo múltiples discursos e instituciones como una “estrategia dominante” (Foucault)
  20. Es perfecto, estos nuevos buenísimos y la paralizante teoría del pensamiento positivo lo visten todo de rebeldía sin mancharse. Poco tamiz y muchas profecías. En definitiva: el viejo orden al que se le añaden comodines que resultan agradables: la abundancia, la colaboración, la innovación, el potcapitalismo… y mucho aderezo social. El mundo Disney. Con muchos puntos de sutura y pomadas calmantes para ir pasando mientras sucede lo que «tiene que suceder». El capitalismo vestido de rebeldía siempre ha dado muy buenos resultados (Heath y Potter).
  21. Esta supuesta revolución ni es idealismo ni es ímpetu sino una simple adaptación acrítica y sometida decorada y reforzada con esa doctrina blanda del emprendimiento que endurece las condiciones de la vida pero sin esa sensación de explotación que invitaba a la revuelta.
  22. ¿Algo nuevo? Pues no lo veo, la verdad. Si no es esa extraordinaria habilidad que se ha conseguido para el glamour. Insisto: magistral! Esta supuesta revolución no es sino un déjá vu con grandes olvidos. Un síndrome que consiste en pensar que la historia comenzó el día de nuestro nacimiento. El capitalismo se alimenta también de la memoria y de la crítica, los come y deja vacíos sobre los que instalarse cómodamente. Y el “nunca antes” se vuelve vacío porque siempre hubo un “nunca antes de cualquier nunca antes”.
  23. Los mercaderes financieros van a seguir enriqueciéndose y ésta vez tendrán otro aliado que llamarán abundancia. ¿Saben cuál va a ser el logro de en postcapitalismo anunciado? ¿el resultado de esos nuevos modelos? Por razones únicas de paz estratégica y de seguridad de clase, ese 1% puede que llegue al 2%. Nada más, nada. Y lo van a hacer gracias a ese 20% que les apoya y sin los cuales no serían nada. Esa clase “compuesta por profesionales, la mayoría con educación superior, que configura la sabiduría convencional del país y que beneficia al 1%” y que “ha configurado la cultura política y mediática del país” y cuyo dogma es el “hombre económico” (Navarro).
  24. Y la grieta por la que entra de maravilla es la de los discursos «revolucionarios» que inventan la rueda. Una nueva legitimación del poder mientras se tiene la sensación de trabajar para un mundo más justo. Una auténtica revolución cultural, la revolución de la abundancia. (Comité Invisible)
  25. Pero la realidad derrota si se la mira de frente. La tan reclamada abundancia no es sino la reabsorción de unos excedentes. Y no hablemos del conocimiento, por favor, al menos ahora. que, en su mayoría se gestionan por procedimientos tecnológicos sobre los que no se tiene ningún control y lo que siguen produciendo es un alto rendimiento de capital para el dueño de la » industria» y un ligero rédito para el que pone la fruta de trabajo. Si no, vean la normativa que prepara la UE en torno a los derechos de autor. ¿les suena? ¿alguna diferencia? evidentemente las hay, pero ¿cambia la esencial? No! El individuo sigue siendo el engranaje y ahora vuelve a tener que poner su herramienta, no sólo su tiempo y su cuerpo a disposición. Magistral.
  26. Y, como siempre, las estupendas agencias de publicidad (públicas y privadas) se encargan de vender la felicidad que entraña este nuevo modelo de economía. Pero se trata de una exclusión más que no corresponde de verdad a una lógica distributiva sino a una fractalización de las rentas. En realidad la aplicación de criterios convencionales pasados por un tamiz tecnológico y un cierto compromiso social arrancado de modo muy forzado de las teorías de los comunes. La realidad es que se anula todo el control colectivo bajo la tremenda paradoja de que este es algo abierto como nunca y que habita en las redes tecnológicas. (Chomsky y Herman)
  27. Ahora el desarrollo y el progreso vienen de la mano de la abundancia y la colaboración. “Co, la partícula mágica”. Pero todo sigue supeditado al lugar que ocupes en esa pirámide, todo sigue condicionado a la posición social y nivel de renta. ¿dónde está la abundancia, insisto? Simplificar la realidad sigue siendo muy útil. Adornarla con progreso, compromiso y revolución, muy atractivo, muy tranquilizador Una gran coartada para las políticas sociales y todas aquellas que quieren vestirse de cierta progresía, las economías justas. La abundancia acomodada y redistribuida entre las sociedades acomodadas. Otro simulacro. Otro entretenimiento de positivismo naíf. (Gabriel).
  28. Este nuevo mantra de la abundancia y la colaboración nos lleva a la incapacidad desde lo inapelable ¿cuál es su impronta ética? La de una tranquilidad que lleva a ocultar situaciones sociales externas, que disfrazan la justicia distributiva mientras se aparta a quien no tiene nada que «compartir». Otro asunto de clase. Se consolida al individuo como productor y reproductor mientras se reafirma su figura mercantil. Se anula la estructura colectiva desde una supuesta cooperación horizontal. Un remix de la la nueva caridad cristiana: la misa, la limosna y el vermú.
  29. La estructura del metacapitalismo integrada en un mundo imaginario. Un mundo que está en manos de los expertos, favorecidos también desde los gobiernos locales de todo color, que multiplican y amplifican el lenguaje «busines school». El mundo coach es un un mundo de entrenamiento para la aquiescencia (Moruno). Para perfeccionar esa máquina productora que siempre ha sido el ser humano. Redireccionamiento de conductas. (Ehrenreich)
  30. Los mantras de la abundancia y la economía colaborativa constituyen una dinámica cultural muy potente que conforma idearios y consolida comportamientos. Y lo hace otorgando, a quién abraza estos rituales, la tranquilidad de espíritu que proporciona la fe. Una vieja estrategia. Pero no perdamos de vista que estamos todavía bien dentro de un gran casino especulativo y que la abundancia también tiene mesa.

Trasformar la realidad no es adaptarse sino destapar los engaños. Y eso es desobedecer intelectual y activamente.

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